Lois Patiño (junto con Carla Andrade) viajó durante varios meses por la Costa da Morte en su furgoneta, con una cámara, buscando planos, momentos (paisajes nebulosos, el viento, un incendio...). A veces rodaba en la distancia a unos personajes y luego se acercaba a conversar con ellos para grabar los diálogos. Y es que el sonido de la película fue prácticamente en su totalidad creado en posproducción estableciendo una contraposición entre los grandes planos generales con los personajes alejados y el sonido de estos en primer plano.
El resultado es un cruce entre la observación pura y el costumbrismo galaico con más sentido del humor. La interacción del hombre con el medio es el tema principal de la película; a veces es sutil y a veces salvaje. En los diálogos de los personajes (que son los que aportan el punto humorístico) se adivina un deseo (involuntario) de indagar en la huella genética legendaria de esta zona como una especie de trasunto de lo que hacía Lorca en su Romancero gitano (salvando las distancias) aunque a quien parafrasea es a Castelao: 'Nun entrar do home na paisaxe e da paisaxe no home creouse a vida eterna de Galiza'.
Así, la película de Lois Patiño es un interesante camino para el cine gallego que parece tener cierto éxito en los certámenes internacionales con este tipo de propuestas ("Arraianos" de Eloi Enciso también fue una película laureada en el circuito de festivales) ya que en lo que respecta al "cine comercial" seguimos con el mismo estancamiento de siempre.