lunes, 21 de septiembre de 2015

El despertar sexual del hombre araña

"Pero les aseguro que ésta, como cualquier historia interesante, se trata de una chica."

La primera entrega del Spider-Man de Sam Raimi tiene un subtexto sexual bastante marcado. Esto se construye en dos escenas clave y se trata del paso a la edad adulta del protagonista, de inseguro a poderoso.

Peter Parker, fotógrafo amateur, saca unas instantáneas de Mary Jane mientras esta posa para él, en actitud juguetona y sonriéndole. Vuelve a casa en un estado febril consciente de lo que alberga su carrete; una colección de fotos privadas de su vecina, la chica que desea, a la que hasta ese momento sólo se ha tenido que conformar con observar furtivamente desde su ventana.

Al día siguiente, sorprendido, explora su cuerpo y descubre los primeros cambios que en este se han producido. Cuando su tía le pregunta si ha notado algún cambio, él contesta que "un gran cambio" mientras mira hacia sus genitales.


Más tarde, al regresar a su habitación tras haber descubierto que puede segregar una sustancia blanquecina de las palmas de sus manos, juega y perfecciona este poder.

Pero las referencias no se quedan ahí, sino que se extienden a lo largo de la película. Cuando Peter consigue trabajo en el periódico tiene una conversación con la chica de su redacción en la que ella mira fijamente como su cámara le cuelga al nivel de la cintura a modo de símbolo fálico.


Cuando se encuentra a Mary Jane por la calle, ésta le hace una especie de striptease o exhibición, abriéndose la gabardina y exponiendo así la verdad sobre ella; no se trata de una actriz, sino de una camarera de cafetería.

 Y así con otra gran cantidad de detalles.



Al final, y aunque pueda parecer que la trama romántica de la película es bastante floja, lo cierto es que captura esa trivialidad de las relaciones entre adolescentes y el subtexto le da un interés especial vertebrando todas las decisiones que toma el protagonistas y sus consecuencias; desde sus imprudencias del principio que terminan en la muerte de su tío Ben hasta la asunción final de las últimas palabras de éste: "Un gran poder conlleva un gran responsabilidad".

jueves, 30 de julio de 2015

El miedo como arma de control social


En un escenario post-11S no es de extrañar que en Hollywood pronto apareciesen películas que diseccionasen la nueva situación del país y, por tanto, del mundo. Tan sólo tres años después, Shyamalan supo ver de forma lúcida el panorama que se avecinaba.

Tras los fatídicos atentados del World Trade Center el discurso político norteamericano se empapó del asunto sobre la necesidad de atacar antes de ser atacado; las llamadas guerras preventivas. En los medios se sembró el miedo, cosa que claro, no fue demasiado complicada después de las imágenes retransmitidas en directo en todo el mundo el 11 de Septiembre de 2001.

En esta película se nos presenta una pequeña aldea de aspecto decimonónico cuyos habitantes viven aterrados por las criaturas que pueblan los bosques que la rodean. Están dominados por el terror y deben seguir unas pautas de comportamiento en relación con ello.

Esta no es una película de miedo, sino sobre el miedo en contraposición al amor. Y como tal no tenemos que compartir el miedo de los personajes, sino simplemente comprenderlo.








Es por ello que algunos de los momentos en los que los personajes están más aterrados son, al mismo tiempo, los que se impregnan de más romanticismo. Basta recordar la escena en la cual los seres del bosque llegan al pueblo y todos deben refugiarse en sus casas lo antes posible. Esa escena en la que Ivy (Bryce Dallas Howard) desafía lo establecido y mientras le ordenan que cierre la puerta ella espera con el brazo extendido hasta que llegue Lucius (Joaquin Phoenix) y bajen cogidos de la mano al sótano (primer momento de contacto físico entre los protagonistas). 









Al mismo tiempo se presenta el amor inmaduro en los personajes de la hermana de Ivy y Noah (Adrien Brody) y los peligros que este puede ocasionar.

En su huida de los horrores del mundo, los mayores, han creado una farsa de terror aunque con ello se arriesgasen a sacrificar el amor.  Las nobles intenciones, a veces, no son suficientes (o como dijo Albert Camus "la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad").Y no es hasta que surgen verdaderos problemas en la aldea cuando se dan cuenta de ello.


En este sentido Shyamalan nos dice que no se puede controlar a la gente por medio del terror, que la salvación no será para aquellos que acepten el terror y se sometan voluntariamente, ni para aquellos que ignoren sus peligros, sino que lo único que nos puede salvar del miedo es el amor.